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TODO A PULMÓN

¡Campeones!

No soy muy futbolero, lo reconozco. Normalmente soy incapaz de sentarme en el sillón a tragarme un partido entero; a lo sumo lo voy ojeando de rato en rato mientras estoy haciendo otras cosas. Pero me encanta eso que han dado en llamar "las grandes citas": un Madrid - Barsa, un partido de España, una final de la Champions, ... Por supuesto, porque son la excusa perfecta para juntarse con los amigos en familia y pasar una tarde divertida.

Así que la de ayer, como ya podrán suponer, fue inolvidable. Como ya hicimos el domingo pasado contra Italia decidimos los habituales reunirnos en el campo a ver el partido. Y lo que más me ha llamado la atención es la implicación de nuestras hijas en todo lo concerniente al campeonato, que han vivido con auténtico fervor aunque, curiosamente, no prestaban más atención a los partidos que la de entrar a ver la repetición cada vez que los mayores gritábamos "¡gol!". Así que pensé que la de ayer tenía que ser una tarde especial para los niños, sobre todo si ganaba España.

Pitido final, todos gritando y los niños saltando enloquecidos. Tras el "¡campeones, campeones, oe oe oe!" de rigor me da por iniciar un canto desconocido para ellos "¡Al pilón, al pilón, España campeón!" y a la cabeza de la comitiva infantil, como en una conga, voy aproximándome lentamente hacia la piscina. Todos han sido ya duchados tras el baño de la tarde y están vestidos con su ropa de calle, así que, según nos vamos acercando a la piscina, veo sus caras de desconcierto, entre el miedo a las represalias de sus madres, que las observan a pocos metros, y la fascinación por el inaudito baño que, sin lugar a dudas, están deseando. Decido jugar un poco más con ellos, y cuando ya estoy al pie de la escalera de la piscina doy media vuelta seguido, cual flautista de Hamelin, por la fila de niños, sin parar de entonar el cántico. Así hasta tres veces, viendo en sus caras la emoción por lo incierto de lo que iba a ocurrir.

Oigo a una de las madres decirme amenazante "no serás capaz", pero es mi doña, que me conoce de largo, la que le contesta "ya lo creo que va a ser capaz". Así que, en la definitiva, vestido y con zapatos, me subo a la escalera y sin pensarlo dos veces me tiro al agua. No estaba muy seguro de que lo fueran a hacer, pero ni uno se lo pensó a la hora de seguirme. Todo lo más en el último momento lanzaban una significativa mirada a sus irritadas madres como diciendo "estamos avalados por un adulto".

Sé que sus madres no me lo van a perdonar en la vida, pero la expresión de sus caras en el agua, vestidos, estaba entre el no creerse lo que estaba pasando y el inmenso placer que produce traspasar la barrera de lo prohibido. Oí como Irene le decía a mi Claudia "¡tía, tu padre es más gamberro que nosotras, cómo mola!"

Les aseguro que ese momento lo disfruté muchísimo más que el gol de Torres.

 

1 comentario

marienn -

Yo, como madre a punto de dejarse agraviar, y bajo la sombra de la presunta adultez del instigador de la idea, sólo hubiera añadido un sutil "¡Sin zapatos!" antes de ir al agua con ellos.